En nuestra amada patria sigue habiendo mucha gente rebuscando en las basuras, pero lo que nos importa en realidad es su sagrada indivisibilidad: que ESPAÑA transcurra a través del tiempo siempre libre, grande y una.
Las banderas decoran los balcones de las ciudades, aplacando furias de patriotas en bandada.
Las banderas se llenan de mierdas de paloma, mientras los vagabundos se emocionan al verlas torear el viento.
Las banderas se decoloran con el ardor firme del sol: el rojo se convierte en rosa, el gualda pasa a ser blanco, mientras los bancos, parques y portales se transforman en camas para los sintecho.
Esto ocurre así dentro de mi amada patria; pero en tierras sediciosas del noreste de mi patria pasa exactamente lo mismo; sólo que del revés.
Los ojos se llenan de lágrimas de emoción al ver cómo baila el rojo con el amarillo flamenco, y se llenan de chispas de rencor e ira cuando es el amarillo quien baila sardanas con el rojo.
Revista El Giro 
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