SOPAPO Y ØLÉ

Aquí estamos todos los españoles reunidos en torno a una plaza de toros, y esto parece el convite de una boda. Ruedan las cervezas de un Gambrinus puesto a dieta por el marketing. Por cierto, se me olvidaba citar un pequeño detalle: la plaza de toros está en Inglaterra. La construyeron un grupo de inmigrantes españoles tras el Brexit, para reivindicar su cultura, y también por tocar un poco los cojones, o más concretamente los “bacon&eggs” ¿Que cómo cojones la construyeron? Cierto es que un salario de mierda no da para mucho, pero 100.000 salarios de mierda juntos… son capaces de lograr la mierda que se propongan. Aquí habemos ya muchos: España se desangra, los jóvenes huimos a millares de la humillante explotación patria para ser explotados en patrias ajenas. Eso sí, sin abandonar un ápice de nuestra raza rancio-cañí. Todos los españoles comíamos como cerdos. Concretamente, como cerdos ibéricos. Comíamos cerdo ibérico curado, cortado en finas láminas rojiblancas también llamadas jamón serrano, “serran-jam”. Excepto los veganos, que comían tofu ibérico importado del Japón, provincia de Jaén, de toda la vida. Como Goku. Goku es gitano y se apellida “Heredia” ¿No lo sabías? Algunos hacían alusión a la masculinidad de la virgen del Rocío, a gritos roncos y desacompasados. Otros simplemente se emborrachan en silencio. Sí, también existen los españoles discretos y silenciosos. Lo que no existe es un español que no beba. Me dice uno de Badalona, con pintas de revolucionario:

-¡Sevillano! ¡Cuéntame un chiste!

-Tu puta madre

Le digo. Ese es el mejor chiste que se me ocurre para él

No sé si hay mujeres aquí, pero si las hay, callan. O se esconden. O huyeron a tiempo; dejando a la viril testosterona taurina retroalimentarse sola. Por supuesto, no existe una reunión patria que se precie sin un buen partido de fútbol, y más si no existen mujeres a las que poder atosigar. Una pantalla gigante cuelga del muro frontal de la plaza de toros, retransmitiendo a la roja en directo

¡UUUUUUUUUUUY!

El partido ha acabado ya, pero la televisión continúa. Un vaquero del Oeste se dispone a matar a una de las cinco princesitas quintillizas de un reino perdido del Medio Oriente. Total, una menos, quedarán cuatro iguales, pensará el vaquero. Pero yo soy americano y quiero mi tributo, pensará él. Las princesas eran arrodilladas en el suelo árido, temblando de miedo, envueltas en pleno pánico. , dice el vaquero, señalando a una de ellas al azar; ¿Yo?; ¡Sí, tú! ¿Cuántas tús hay aquí?; Eh… cinco; Cierto. Absurdo. La acción de repente se centra en la angustia de la princesa elegida, que ha cerrado los ojos, esperando el cruel disparo, y la pantalla se tiñe de negro como viviéndolo en primera persona. El silencio es asfixiante, atosigante, lo contamina todo de angustia. Pero no se oye ningún disparo. La pantalla sigue de negro. Pasa medio minuto, o incluso más. Sigue sin pasar nada. Algo contrariada y confusa, la princesa que estaba a punto de morir agujereada por un balazo, abre de pronto los poros de los ojos, y ve –y junto a ella, nosotros vemos también- cómo sus cuatro hermanas están seduciendo al vil vaquero. Para salvarla, ella espera. Convenciéndole con sus innatas artes de seducción, ella supone; se supone, ¿no? El vaquero se pone colorado, parece un mohicano, y mientras las cuatro le acarician y le enredan suavemente con las manos los pelos rizados que le sobresalen del pecho al macho, entre la camisa abierta risas flojas y bobos tonteos, jijijís, jajajás, tonta tú, tonto yo, una de las princesas le quita el revólver de la mano y le vuela la sien…

-Apaga la puta tele. Puta mierda estás viendo

-¿Te digo yo algo de ese cigarrillo de maricona que te estás fumando?

-Es que tengo el extraño deseo de no querer morirme hasta dentro de 60 años

-Eso mata igual, imbécil

-He ahí la prueba de que la Industria del Tabaco te ha follado la mente

-¿A cuántos tíos te has ligado hoy?

-Ya me contarás cómo es eso de morirse antes que yo

Adiós al chico duro, maduro e interesante; Hola al friki que no quiere morirse de cáncer. Muchos preferimos el cáncer a fumar cigarros electrónicos. Antes muerta que sencilla, María Isabé. Abdicar es de cobardes. No de Borbones. Yo tengo un par de borbones. Que no se diga que los españoles no nos partimos el pecho. En mi patria somos muy así, se permiten las distintas opiniones: ¡Viva la Vida! Dice Coldplay ¡Viva la Muerte! Dice Millán-Astray. Pero Coldplay no tiene una calle en España. Eso dice mucho de cómo somos. Necrofilia. Aparte de eso, el rojo de Badalona vuelve a la carga, envuelto en un evidente estado de embriaguez

-Mírame, mírame

No quiero mirarle

-¡Que me mires, facha de mierda!

Lo miro con cara de asco

-No me mires con esa cara de asco. Y aféitate esas patillas

Quiero matarlo. Los borrachos se centran en nosotros soltando EEEEEEEs y UUUUUs. Esperarán el comienzo de un duelo de zascas

-Paso

BUUUUUUUUUU, suena al unísono coro. Ese ruido de toros mamados me intimida, me ensimisma, me encierro en mí mismo mientras me voy calentando, ceño fruncido, cabeza hundida, cerveza en mano, arriba y abajo, arriba y abajo, poniéndome rojo, sudando. Siento que echo humo a presión por los conductos de mis orejas

Tenía que haberle agarrado del pescuezo y…

Me digo, mientras sigo bebiendo e intoxicándome. De nuevo el problema es el ruido, y los enmarañados garabatos. Y que me intimido ante cualquier conflicto, y luego, siempre me arrepiento, y reescribo la historia en mi mente, y la dejo niquelada, digna de cualquier Batalla de Trafalgar a la inversa. Me imagino como si yo fuera la Armada Invencible, pero siendo esta vez invencible de verdad. Ansío reescribir mi historia. Pero esto es realmente una guerra fratricida… ¡Qué importa la nacionalidad! ¡Guerra Civil! ¡Los mato de todos los colores! Ellos han empezado. Malditos rojos podemitas independentistas. Ellos no son los verdaderos españoles. Yo soy España, ¡y por España, ma-to!

Y me torturo. Es que para mí, la tortura es cultura. Hui, cobarde, sin moverme de mi silla, con la espuma de mis cervezas, a algún lugar en mi mente lejano. A veces, hay que esconder el miedo, hay que escoger rápido: hay que correr el riesgo de no correr. Los cobardes huyen innatamente de los grandes depredadores, y es por ello que mueren, siempre, rápido. Los roedores y rumiantes son devorados, es instantáneo, es su destino ¿Y yo he de morir por huir de una rata roja?… es… patético.

No. Aún me queda algo de orgullo y satisfacción… No

Me acabo el vaso de cerveza, apuro hasta la última gota de espuma ya templada, me armo de valor mientras me arde el esternón y me levanto como un torero, y me acerco al hijo de puta de Badalona por la retaguardia, y apunto mis manos enzarpadas para ensogar sus risas, para vengar, paracuellos, y…

SOPAPO Y OLÉ.

Francisco_de_Goya_y_Lucientes_-_Duelo_a_garrotazos

 

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