Momentos que nunca ocurrieron, entrega primera:
“Entrevista a pie de calle” (con final interactivo)
Contexto: antes del famosísimo, intensísimo, repetidísimo, amadísimo/odiadísimo 1 DE OCTUBRE -o 1-O: día del referéndum catalá (seguro que os suena de algo…)-, la televisión y los medios de comunicación en general (desde las redes sociales hasta las marujas que charlan por las ventanas mientras tienden) eran solamente capaces de hablar de UNA COSA: ESA. Era como si en el mundo hubiesen desaparecido todos los problemas; a excepció, claro está, del INDEPENDENCE DAY. La gente había dejado de morirse en las salas de espera de los hospitales públicos. Los trabajadores ya no cobraban 600 euros por jornada completa, ni las trabajadoras cobraban la mitad (aprox). Los tuiteros encarcelados eran amnistiados, y los políticos corruptos se habían tomado un justo respiro necesario. En fin, daba la impresión de que hasta en Siria se había firmado un armisticio para seguir más de cerca el conflicto catalán. Justo la semana anterior al 1-O, en plena depresión post-vacacional, y coincidiendo con la intensificación de la cobertura mediática del «procés», yo no fui entrevistado a pie de calle. Esto es lo que, por fortuna, nunca pasó:
-Perdone caballero, ¿le puedo hacer una pregunta?
-Para dónde es
-Informativos de Televisión Española
-Entonces sí
-Muy bien. ¿Estás grabando, Juan? Okey. Comencemos. ¿Qué piensa usted sobre el desafío soberanista en Cataluña?
-Opino que deberían fusilarlos a todos
-Hombre, caballero. Es cierto que la consulta es ilegal y fraudulenta, un auténtico disparate y un atentado intolerable a la constitución y a la patria… ¿Pero no cree que eso es ir demasiado lejos?
-No, creo que me ha entendido usted mal, señorita. Lo que yo opino es que deberían fusilar a todos aquellos que desean fusilar a quienes sólo están pidiendo ser libres
-Ser libres, pisoteando las leyes…
-Ser libres, da igual. Libertad para ser lo que les de la gana. Y mira que no es por banderas, que los colores de la senyera me parecen ideales para decorarme el váter, que además van a ir a juego con el rojigualdor de mi papel higiénico. Pero me parece, al menos, un inicio
-¿Un inicio de qué?
-Un inicio de algo. Un principio entre tanto final
-Usted odia España y quiere que España se desintegre
-Puede que un poco sí, es cierto, lo reconozco, ¿pero cómo puedo yo amar a una patria que lleva pisoteándome desde que tengo uso de razón? En el fondo, envidio un poco a los catalanes. Ojalá dejemos de ser los obtusos carceleros de nuestros propios hermanos y aprendamos algo de ellos, que la fiebre independentista traspase fronteras y se expanda como la pólvora, que uno tras otro todos los pueblos de este país podrido y machacado se vayan marchando, hasta que de España solamente quede un territorio soberano: el Congreso. Puede que entonces se vea por primera vez en la historia una auténtica democracia en España (en lo que quede de ella), cuando los políticos se vean forzados a legislar para ellos mismos y disfruten o sufran las consecuencias de sus decisiones, sin poder cargarlas a las espaldas de nadie más. Puede que entonces incluso triunfe el comunismo…
- -¡Corta, corta Juan!
- -¡Coño! Esto sí que no me lo esperaba. Debe ser usted un peligroso chavista proetarra norcoreanófilo. ¡Prendedle!
- -¡IN! ¡INDE! ¡INDE-PENDEN-CIA!
- -Pues cacahué
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