¡Persistan los diplodocus de la bahía,
Piernas de bailarinas de compañía!
En vuestro corazón late Cádiz.
En latidos que aun invisibles se sienten,
Pero ellos son ya insensibles;
Indispensables aun ignorados latidos;
¡Más para allá de sus ombligos: ignorantes!
Que ellos, jubiletas, burgueses, observan
Desde sus altares, empastillados y ególatras,
Tras las pantallas del infinito cuento.
Pero aunque os miren, nunca vieron.
¡Despierten, invidentes de alma
Y de una vez, asúmanlo!
Que las arterias, las venas y el corazón
Tienen en Cádiz un solo nombre,
Y es de Astillero trabajador.
Cádiz de madrugada. Algún día de Febrero de 2015.
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