Las elecciones andaluzas: abstención y Cataluña

La derecha gobernará en San Telmo durante al menos cuatro años: así lo quiso una mayoría importante de los andaluces que votaron (pero también, por inacción, los que no). No obstante, será una derecha tricéfala, pues el Partido Popular ha sufrido una importante sangría de votos, los cuales han ido a parar a sus dos hermanitos pequeños, que ahora se crecen y enseñan vanidosamente los músculos (a lo Arnold Schwarzenegger, pero con el acento de Bertín Osborne). Por una parte está Ciudadanos, el partido favorito del IBEX-35; por otra, aún peor: VOX, el partido de los franquistas sin complejos, el de los hijos del caudillo. Estos últimos han conseguido nada menos que doce asientos en el Parlamento andaluz… Parece un mal sueño, pero es real.

Sin embargo, sería un error pensar que el agigantamiento de Ciudadanos y VOX se debe única y exclusivamente al trasvase de votos del PP. Y es que en Andalucía se respira un ambiente de hartazgo político que se vomita directamente de los cuarenta años de un socialismo falaz, a la deriva. A esto hay que añadir un acontecimiento clave: la crisis territorial (y no me refiero ahora mismo a la catalana). Nos guste más o nos guste menos, Andalucía es una de las regiones más divididas y alienadas (“españolizadas”) del Estado. Aquí el patriotismo coincide con el de Madrid y acaba en el propio ombligo de cada uno, ya sea este su pueblo, su provincia o su ciudad. Los gaditanos siguen en pie de guerra contra los jerezanos, y viceversa; los malagueños (y en general el resto de provincias) con los de Sevilla, mientras que la propia capital sevillana se encuentra dividida en zonas en función de su pureza: ser de Triana mola; ser de Sevilla Este, no tanto.

Pero si en algo se ponen de acuerdo la mayoría de los andaluces es, sin duda alguna, en odiar a los catalanes. Es lo que tiene identificarse más con Madrid que con uno mismo. Se cree que por el noreste peninsular, además de anhelar la incomprensible separación matrimonial con el resto, la gente va por la calle tachando a los humildes andaluces de vagos todo el rato; y para más inri, con el dialecto ese tan extraño que usan. Como si dicho prejuicio no estuviera también asentado en otros muchos lugares de España (empezando, claro, por Madrid: «¡Cuéntate un chiste, pisha! ¡Ole, ole!»).

Con todo lo anterior, y junto a la inestimable ayuda de la crisis territorial (y esta vez sí que me refiero a la crisis territorial catalana), ya tenemos todos los ingredientes necesarios para que los señoritos vuelvan a gobernar en la tierra que tan alegremente los expulsó en su día. Que no volverían, nos creímos. En fin: las cosas del debate público.

Las elecciones andaluzas, decididas en Cataluña

Como diría Mariano Rajoy: “Es el debate público el que elige al alcalde, y es el alcalde el que quiere que sea el debate público el alcalde”. Y es que cuando el centro del debate público estaba dominado por los efectos de la crisis, las puertas giratorias y la corrupción, PODEMOS era sin lugar a dudas el gran triunfador de las charlas y trifulcas de bar y de calle. Una gran mayoría del pueblo español (y por ende, andaluz) comulgaba entonces con las tesis del partido de Iglesias, independientemente de que comulgasen o no con su ideología. Así pues, todo hacía indicar que el ascenso de PODEMOS tan solo era cuestión de tiempo; y así se demostró luego en las urnas.

No obstante, ahora el centro de gravedad del debate público gravita en torno a la unidad de España. La gente pide mano dura frente a Cataluña, y mientras la izquierda insiste en el diálogo y en el entendimiento, la derecha no tiene ningún problema en prometer ríos de sangre y hacer activismo quitando lacitos. No es que la gente sea ahora más de derechas que nunca, sino que acude a las urnas en función de un debate en el que la derecha siempre tendrá todas las de ganar.

Por otra parte, la sombra de la corrupción es alargada en el PSOE andaluz. Además, Susana Díaz insiste en el relato de una Andalucía que es poco menos que la provincia sur del Edén. La Andalucía de la que ella habla tan solo existe en su imaginación, y los andaluces, a pesar de lo que pueda parecer en este día de resaca electoral, no son tan tontos como para creerlo. Hastiados y confiados, muchos de los votantes habituales del PSOE decidieron quedarse mejor en casita (que afuera hacía frío, y como en casa no se está en ninguna parte); pensaban: «total, si va a salir el PSOE…», mientras que los votantes de la derecha acudían a las urnas como quien acude a misa. Porque no podemos olvidar que el porcentaje de participación en estas elecciones ha sido tan solo del 58 %. Si llega a pasar esto en Venezuela, estaríamos ante una “señal inequívoca” de “crisis de régimen” para los medios españoles. Pero como pasa aquí…

La unidad de España como vaselina

Con una de las tasas de paro más elevadas del Estado y un modelo productivo netamente estacional (que condena a la población al trabajo estival y a la emigración masiva), Andalucía no parece ser la región más indicada para apostar por un gobierno de derechas. Pero a los andaluces les ha dolido más la posible fractura de la bandera que la fractura presente y creciente de sus monederos. Las políticas neoliberales de la derecha van a incidir, ahora desde la Junta, en la desprotección laboral y en los recortes de los servicios públicos (por no hablar de una de las propuestas más obscenas de VOX: acabar con la autonomía andaluza desde la propia autonomía, con la nostalgia del modelo territorial franquista). Y es que siempre que mantengan una bandera con la que torear al pueblo, podrán clavarle sus banderillas neoliberales sin oposición. Espera un momento… ¿sin oposición? ¿De veras?

La derecha es experta en desviar la atención, en dividir y en generar conflictos donde no los hay: hoy es Cataluña y la inmigración, e incluso una ETA ya disuelta que marca el camino que a buen seguro seguirán a día de mañana los partidos derechistas: pues se hará todo lo posible para que los monstruos no desaparezcan nunca -y si se mueren, ya se encargarán ellos de resucitarlos. O de inventar otros nuevos, ¿qué otro alimento pueden darle si no a su electorado más pobre (pero no por ello menos numeroso)?

Parece claro que las elecciones no se ganan tanto al «movilizar ejércitos», como al apoderarse del debate público. Contar el número de seguidores en las redes sociales de cada partido/candidato está muy bien, pero lo que de verdad importa es aquello que se habla en la calle. Y no podemos permitir que la derecha mantenga el monopolio del debate público por más tiempo.

Los grandes medios de comunicación, por supuesto, seguirán haciendo su parte para que todo continúe como está (no en vano, recuerden que son financiados por las mismas entidades que financian a dichos partidos), pero no tendrían nada que hacer frente a un pueblo consciente y despierto que ya no esté dispuesto a comprarles más sus mentiras. Qué, ¿nos despertamos, amiga/amigo? Después de esta larga siesta que se ha tornado en pesadilla, creo que ya nos toca…

Momento panfleto

La lista de problemas que realmente afectan a los andaluces ni empieza ni acaba en Cataluña:

Empleo

Tasa de paro juvenil: 46 %

Tasa de paro general: 23 % (frente a la tasa de paro española, del 14 %)

Salario medio (bruto): 1.681,3 euros (frente a los 1.889 euros de salario medio en toda España, los 1.933 de Madrid o los 1.941 de Euskadi)

Fuentes: EPA de Andalucía, EPA de España, Diario de Sevilla, El Mundo

Sanidad

«La lista de quejas que llegan a las asociaciones, sindicatos, partidos y medios de comunicación es interminable. Son los casos que han llevado a más de 100.000 andaluces a la calle para reclamar mejoras en la sanidad».

Fuente: El País

Vivienda

«Este hecho sumado a que el acceso a la vivienda se ha venido produciendo en la última década con una mayor dificultad debida, fundamentalmente, al fuerte aumento del precio del suelo muy por encimad de la inflación y, en consecuencia, por encima de la evolución de los salarios, lo que ha provocado que amplios sectores de la población se hayan visto desplazados del mercado libre de la vivienda. Por esta creciente dificultad en el acceso, la vivienda es una de las preocupaciones sociales más importantes de los andaluces». Antonio Reinoso Carredo, 2009.

Fuente: espublico

«Los desahucios derivados del impago de alquiler en Andalucía aumentan un 11,9% en el tercer trimestre».

Fuente: granadadigital

¿De verdad es tan difícil instalar todo esto en el centro del debate público andaluz? ¿De verdad Cataluña importa más que todo esto?

Andaluza, andaluz: es el momento de poner palos en las ruedas a los planes de los señoritos. Debemos soltar de una vez la bandera con la que tanto nos engañan -o bien agarrar otra muy distinta- y gritar de nuevo, sin miedo ni complejos, ese lema que ya es inmortal: ¡NO PASARÁN! No, no pasaréis… No os vamos a dejar. Nos quedan cuatro largos y exigentes años por delante, y no nos podemos quedar sin voz. Sea por los valores de esta tierra que se ha olvidado de sí misma. Sea por nuestra alegría, ¡que siempre se imponga al odio! Sea por los que vienen, y por honrar a los que se fueron. Sea por Andalucía libre, los pueblos y la humanidad.

Etarte3

Al fin y al cabo, esta bandera también es bonita, ¿no es cierto?


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