apesta a podrido el muerto. se empeña en seguir viviendo
a costa de nuestros cerebros.
camina todavía el zombi, maquillado
de falsa justicia, disfrazado,
jamás travestido: vestido de trascendencia y enseñas
rojas y gualdas.
avanza y a duras penas: se le corroe el maquillaje
¡y hasta su ropa se pudre!; pero corren a socorrerlo
comisarías, pantallas e imprentas, y hasta su propio alimento
adormecido con himnos, enaltecidos sus sueños,
ansioso por ser comido; persiguiendo al que se resista.
pero a pesar de este velo, el muerto
anda muerto. ¡bien muerto a pesar del velo!
pues él nunca estuvo vivo;
mas ahora es cuando más que nunca apesta a podrido el muerto,
aferrado al renacer primitivo,
devorando a su propio pueblo.
vencidos, los hipnotiza
el crepitar iletrado del fuego
al paso del hombre muerto
(…lo lo lo, lo lo lo…
crepita, crepita el fuego)
No saben que están ardiendo.
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