Tras La Cortina de Humo: Lo más irritante de la semana [22/4/2019]

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¿Qué tal un «videoarbitraje” controlando las mentiras en los debates?

 

Los candidatos han mentido en los dos debates electorales –… qué sorpresa. La palma parece ser que se la lleva Pablo Casado, diciendo entre otras cosas que su partido creó infinidad de empleos que el PSOE destruye a velocidad de vértigo, o afirmando que su gobierno presupuestó mil millones de euros para el Pacto Nacional contra la Violencia de Género (cuando en realidad solo dedicó ochenta millones –es decir, un 8% de lo que dijo).

nineteen-eighty-four-1211494_960_720.pngEntre defender una serie de ideas contrapuestas y mentir, existe un abismo enorme. ¿Pero debe permitirse que los políticos mientan en un debate de semejante importancia? ¿Es válido sustentar la llamada al voto de los candidatos que aporten datos falsos o inexactos? ¿Es eso democrático? Personalmente, pienso que no lo es. ¿Pero cómo podríamos controlar todo esto? Quizás el moderador pueda tener algo que decir aquí.

No estoy pidiendo la titánica tarea de que el (la) pobre hombre (mujer) se estudie y memorice los datos que –presumiblemente- vayan a ir surgiendo a lo largo de todo el debate, a fin de desacreditarlos cuando no se ajusten a la verdad. En realidad, es mucho más sencillo lo que pido: ¿Qué tal si utilizamos la tecnología disponible? Podría establecerse una especie de “VAR democrático”, mediante el cual un grupo de personas pueda ir comprobando todos los datos que sean arrojados por los candidatos para confirmarlos o desmentirlos, y acto seguido comunicar las conclusiones al moderador.

Que en nuestra sociedad importe más anular un gol en fuera de juego que un argumento que puede llevar a un mentiroso a la presidencia de nuestro país, es algo que me parece absolutamente incomprensible.

La Constitución protege en su artículo 20 el derecho de los ciudadanos a recibir información veraz. Se trataría sencillamente de hacer cumplir la Constitución… Y de evitar un fraude.


 

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Miedo, censura… autocensura

 

Cada vez menos empresas tienen el control de más medios de comunicación. Y éstas, en su demencial batalla por seguir incrementando sus beneficios hasta el infinito y más allá, entran en pánico cada vez que se produce alguna polémica en los canales que controlan. Si Twitter arde, no dudarán en entregar a las hordas de indignados la cabeza de la persona de turno que pidan; no vaya a ser que los pierdan como clientes… ¿Pero debemos permitir que sean los intereses de las grandes multinacionales los que determinen los límites de nuestra libertad de expresión? Porque es precisamente eso lo que está ocurriendo.


 

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La dictadura democrática de Arabia

 

Los grandes medios de comunicación españoles nos alertan casi a diario de la intolerable falta de libertad y de democracia que se produce en determinados países del mundo –siempre los mismos-, los cuales «reprimen y atentan contra la Declaración Universal de Derechos Humanos».

Y bueno: colaría si al menos fueran coherentes, y no derrocharan tanto cinismo.

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Es probable que la final de la Supercopa de España se juegue en Arabia Saudí: ¿Os imagináis qué ocurriría si se anunciara que ésta se juega en Venezuela?, ¿en Cuba?, ¿en Corea del Norte? A continuación expondré algunos titulares de prensa, junto con el último informe de Amnistía Internacional sobre el estado de los Derechos Humanos en Arabia Saudí (enlace).

El estado de los DDHH en Arabia Saudí (Amnistía Internacional, La Información, BBC, 20 Minutos)

Digamos esto claro de una vez: a quienes controlan los grandes medios de comunicación, la única libertad que les interesa es la del dinero. ¿Y esos Derechos Humanos que tanto dicen que defienden? Son en realidad los derechos de sus inversiones.

Y una última pincelada…

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Nacionalismo español: ¿el nacionalismo invisible?

 


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De acuerdo, Cayetana. Pero también (o sobre todo) lo es el nacionalismo español (rancio, casposo y nostálgico del Imperio) que usted representa y defiende con tanto orgullo. Y es que los nacionalismos periféricos son en gran medida una reacción a eso.

Tan absurdo es imponer la independencia como imponer la «españolidad», más si cabe cuando dicha «españolidad» está cargada de nociones ideológicas. Porque la mayoría de los catalanes no quieren independizarse de España, sino de ustedes, de «vuestra» España.

Ustedes son la verdadera causa de este problema, y lo son a sabiendas (probablemente porque sin esta maldita guerra de banderas, jamás podrían optar a gobernar). La unidad de la patria es solo el Caballo de Troya en el que ocultan sus miserias, la trampa que les permite desmantelar y transformar el Estado del Bienestar en una mera fuente de lucro. No les preocupa el pueblo español más allá del voto que incremente las cifras de sus cuentas corrientes. ¿Es eso defender España? Solo si consideran que España es suya y solo suya: España, Sociedad Limitada; amar a España en la medida que les haga ser cada vez más ricos.

Ustedes venden la patria a pedazos, y lo peor es que lo hacen en el nombre de propia la patria.

Ustedes y sus versiones naranjita y ultra.


 

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Notre Dame en Bamako

 

El reciente incendio de la catedral de Notre Dame nos ha inundado a todos de tristeza. Tristeza por la descomposición de un símbolo histórico entre las llamas; pero sobre todo, tristeza por lo que implican los acontecimientos que le sucedieron.

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El martes por la mañana, mientras los bomberos todavía luchaban contra las llamas más persistentes, tres de las mayores fortunas francesas anunciaron que aportarían las cantidades necesarias para financiar la reconstrucción de la catedral parisina. François Pinault, propietario de Yves Saint Laurent o Gucci, puso sobre la mesa 100 millones de euros; Bernard Arnault, dueño de Louis Vuitton, anunció que aportaría 200 millones más; la familia Bettencourt, propietaria de L´Oréal, otros 200.

En total, la cuantía de las donaciones prometidas ronda los 1.000 millones de euros. Por hacer una comparación sencilla: el presupuesto de un país como Malí es de 981 millones de dólares de ingresos y 920 de gastos. ¿Deberíamos construir un Notre Dame en Bamako para que los países capitalistas desarrollados les presten un poco de ayuda? Como dijo Pedro Scher: “que hayan juntado mil millones de euros en 24 horas para Notre Dame confirma lo que ya sabíamos: la pobreza es una decisión política”.

Que una construcción de piedra y ladrillo se ponga por delante de las necesidades de millones de seres humanos que carecen de los medios más básicos de subsistencia es obsceno, incomprensible, surreal e insoportable. Pero ante todo, y como decía al principio, es profundamente triste. ¿Acaso debemos depender de que un puñado de multimillonarios donen cantidades astronómicas cuando les apetezca ser solidarios? ¿Qué tal si les exigimos de una puta vez que aporten lo que verdaderamente les corresponde?


 

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