Recientemente se ha desmontado ese falso mito por el que creíamos que los peces solo ostentan 30 segundos de memoria. Y es que un estudio de la Universidad McEwan (Canadá) ha determinado que la memoria de los peces dura, exactamente, 12 días.
Quizás os preguntaréis ahora que cómo carajo lo han averiguado. Más fácil de lo que parece. El ingenioso experimento ha consistido en introducir a un pez en una pecera manipulada, la cual contiene un recorrido que lleva al animal hacia un cubículo con comida. Dicho pez era sacado de la citada pecera y reintroducido de nuevo al siguiente día, luego pasados dos días, después tres… y así sucesivamente. De esta manera se pudo averiguar que el pez recordaba el recorrido hasta trascurridos 12 días. El 13º, sin embargo, su micro-cerebro hacía borrón y cuenta nueva: el recorrido era entonces percibido como quien descubre un paisaje nuevo y nunca visto antes.
Lo que ocurre aquí es que, cuando el estímulo deja de estar presente en la vida diaria del animal acuático, éste, centrado ahora en aquello que le rodea de manera inmediata, prescinde de recordar lo que ya no le sirve de nada. ¿Pero qué ocurre con los animales terrestres y bípedos que somos nosotros?
Pues, salvando las distancias, básicamente lo mismo.
Pedro Sánchez ha muerto. ¡Que viva Pedro Sánchez!
Año 2015. Ante la fuerte irrupción de Podemos en el panorama político patrio (muchas encuestas le otorgaban, de hecho, el primer puesto en unas posibles elecciones), la idea de la Gran Coalición (PP+PSOE) sobrevuela en el ambiente hasta el punto de percibirse como una posibilidad real, frente al asombro de propios y extraños. Sin ir más lejos, Felipe González afirmaba que, de ser necesario (es decir: en caso de ganar Podemos), mostraría su apoyo firme a un gobierno conformado por aquellos dos partidos que, al menos hasta entonces, se vendían a sí mismos como la irreconciliable antítesis. Comenzó a aparecer por aquellos tiempos una figura inédita, hasta el momento desconocida, ocultada o inexistente: “los barones del PSOE” –cuyo punto de vista en común era que todos ellos compartían la opinión del expresidente “socialista”. Fue entonces cuando empezó a utilizarse también un término para calificar al bipartidismo que hoy en día parece estar definitivamente enterrado: el PPSOE, ¿lo recuerdan? ¡Ah! Parece aquello la prehistoria…
Año 2016. El PP gana las elecciones generales sin obtener mayoría absoluta, mientras que el PSOE se derrumba, consiguiendo tan solo 85 diputados (el resultado más pobre en toda la historia del partido). Se culpa de la derrota histórica a Pedro Sánchez, a su evidente blandura, a su falta de carisma, a su suprema incompetencia. El liderazgo de Sánchez al frente del partido pende ahora de un hilo muy fino.
Ante las grandes dificultades para conformar gobierno, las presiones en favor de la Gran Coalición (y en contra de un gobierno progresista con Podemos) no se hacen esperar demasiado. Paralelamente a esto, no hay que olvidar que en el partido son plenamente conscientes de que entregar o formar un gobierno con el PP supondría el descrédito definitivo de su menguante masa de votantes, los cuales se marcharían en masa hacia el partido de Pablo Iglesias (entonces el «enemigo»).
¿Cómo superar esta evidente contradicción? La maniobra de marketing acaba de comenzar…
Los medios de comunicación empiezan a bombardear a la opinión pública con el siguiente mensaje: «el PSOE entra en la peor crisis interna de su historia». Los “barones” presionan para formar gobierno con los populares, abocando así al partido a la celebración de primarias. Susana Díaz es la candidata escogida por quienes apoyan la Gran Coalición, mientras que Pedro Sánchez se hace fuerte defendiendo a capa y espada aquel famoso “No es no”, negándose a investir a Mariano Rajoy como presidente. Maravilloso ese programa de Salvados en el que Pedro Sánchez se presentaba a sí mismo como el mismísimo Vladimir Lenin, ¿se acuerdan de aquel esperpento?
En consecuencia -¿y qué esperaban?-, el resultado de las primarias vuelve a dar el triunfo a Pedro Sánchez, un «auténtico socialista» que resucita después de estar muerto, enterrado y casi, casi desintegrado materialmente. Con ello se consiguieron dos cosas:
- Renovar y revalorizar la pobre imagen de Pedro Sánchez ante la opinión pública.
- Hacer tiempo, dilatar plazos, generar hartazgo y vender la abstención del PSOE (imprescindible para hacer posible la investidura de Mariano Rajoy) como “un mal menor necesario”, “responsabilidad de país” y demás eufemismos generados al efecto.
La bestia ha sido toreada con todo el arte, y la herida dejada por la cornada pepera parece ser que ha desaparecido totalmente; cuando en el fondo, todo está igual que al principio. Aquel dicho gatopardiano que decía: “es preciso cambiarlo todo para que nada cambie” ha experimentado un fenomenal vuelco: “lo hemos cambiado todo para volver a estar exactamente igual, pero pareciendo que, ahora, ya nada es igual que antes.”
No obstante, si solo 3 años han sido suficientes para hacernos olvidar nuestras percepciones respecto a este asunto, podrán imaginarse todo lo que hemos ido dejándonos por el camino desde que en España existen las autoproclamadas elecciones democráticas.
Por qué el PSOE no es un partido de izquierdas (ni lo ha sido -casi- nunca)
A pesar de que en estos tiempos parece difícil sostener esta idea, no les conviene olvidar aquello del PPSOE, puesto que nuestra historia reciente está plagada de acontecimientos que así lo atestiguan:
- En 1984 y 1991 el PSOE aprobó amnistías fiscales para perdonar a los grandes defraudadores de impuestos. Estando en la oposición criticó la amnistía fiscal de Rajoy en 2012, y prometió desvelar la lista de amnistiados si llegaba al poder. Llegó al poder y no lo ha hecho ni lo hará.
- El PSOE en 1992 endureció las condiciones para obtener el derecho a desempleo y rebajó su cuantía.
- Desde 1992 hasta 1996 el PSOE privatizó Telefónica, Endesa, Repsol, Tabacalera o Argentaria, entre otras. Entregando lo público a manos privadas.
- En 2006 el PSOE rebajó el impuesto a los yates y a los aviones privados.
- En 2007 el PSOE eliminó el impuesto de patrimonio, que pagaban sobre todo los más acaudalados.
- En 2010 el PSOE congeló las pensiones, recortó el sueldo a funcionarios un 5%, recortó el gasto para dependencia.
- En 2010 el PSOE hizo una reforma laboral que abarató el despido y que redujo el poder de negociación de los trabajadores.
- En 2011 el PSOE reformó sin debate y con el PP la Constitución para que la deuda se pague antes que cualquier otro gasto público (salarios, educación, sanidad, pensiones…).
- En 2011 el PSOE aumentó la edad de jubilación a los 67 años, endureció las condiciones para cobrar la pensión máxima y creó el factor de sostenibilidad de las pensiones. El mayor recorte que ha sufrido nunca el sistema público de pensiones.
- En 2015 el PSOE prometió derogar la reforma laboral del PP. Llegó al poder y no lo ha hecho.
- En 2016 el PSOE prometió poner un impuesto a la banca si llegaba al poder. Llegó al poder y ya ha retirado su propuesta.
- En 2019 el PSOE ha votado en el Parlamento Europeo a favor de fomentar los planes privados de pensiones y de aumentar la censura en internet. Por cierto, en el Parlamento Europeo el PSOE vota lo mismo que el PP en el 75% de los casos.
A la izquierda, el nombre de algunos ex-cargos públicos; a la derecha, el nombre de algunas grandes empresas que los máximos responsables de «lo público» nunca dejarán caer:

Imagen de 2015 sobre las puertas giratorias (desde entonces, la puerta ha seguido girando)
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Si hoy existe una figura capaz de personificar que la realidad es un estado de percepción (o de opinión) en constante cambio, esa es sin duda la de Pedro Sánchez. Ocurre que cada nuevo estado de opinión sustituye al anterior, y cuando pasa el tiempo suficiente, apenas quedará rastro del que le precedía. Efectivamente, nuestra memoria es también limitada. Tal y como la del pez.
En conclusión, y como hicimos con los peces, podemos decir que los seres humanos también hemos desmitificado algo sobre nosotros mismos: no somos el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Cinco o seis mil veces sí, pero no solamente dos. Aprender, lo que se dice aprender, no aprendemos mucho…
Aun así, seguiremos repitiendo que los peces tienen 30 segundos de memoria, o que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, o que el Partido Socialista Obrero es un partido de izquierdas. Porque –no les quepa duda de ello- esto es lo que en realidad somos: animales de clichés, de eslóganes facilones y de frases hechas que sustituyen nuestra falta de pensamiento y nuestro lacerante olvido (¡Coño! Esto me daría para otro artículo…).
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