Para los que no tengan la suerte de ser o rondar por Cádiz durante el mes de febrero, Juan Carlos Aragón Becerra será una figura completamente desconocida. Licenciado en Filosofía y Letras, profesor y escritor de poesía, novela y ensayo, Juan Carlos es sobre todo conocido por ser una de las personalidades más representativas y prolíficas del carnaval gaditano, siendo autor de más de cuarenta obras repartidas entre las modalidades de chirigota y comparsa. Para que entiendan un poco la dimensión de su figura, sepan que en Cádiz ser Juancarlista no significa precisamente ser borbónico ni monárquico. Sirva esto de introducción, pero vayamos por fin al grano.
El triste asunto que me ha llevado hasta aquí es que el pasado viernes día 17 de mayo falleció de una manera tremendamente prematura, a punto de cumplir los cincuenta y dos años de edad. Dejándonos a todos desolados y en adelante huérfanos de sus crónicas cantadas, siempre certeras y ardientes; valientes, clarividentes y puntiagudas como las flechas. Juan Carlos Aragón, también conocido bajo el seudónimo de “Capitán Veneno”, poeta y revolucionario fielmente comprometido con su época, se comía el mundo por febrero y lo deglutía con rabia, para luego cagarlo en forma de una obra de arte inigualable e inimitable. Pero, ante todo, completamente insustituible. De ahí lo de dejarnos huérfanos y que resulte tan difícil contener el llanto…
Antes que nada, para quienes no conozcan bien el Carnaval de Cádiz, deben saber que esta fiesta es mucho más que ese típico estereotipo de gente disfrazada que canta sus chistes y chismes entre acordes folclóricos, y que su significado ni mucho menos puede reducirse al inmenso botellón callejero en el que se transforman sus calles meadas entre el jolgorio generalizado de la euforia ultraetílica –tal y como lo suelen vender quienes vienen «a vivirlo» sin saber adónde carajo se están metiendo-. Mucho más allá de eso, el Carnaval de Cádiz es crítica. O, por afinar aún más el tiro, el carnaval es crítica social. Siempre al lado del pueblo y en contra del poderoso.
Y nadie como el Capitán Veneno lo entendía de una manera tan fiel y pura; nadie lo llevaba por bandera tal y como lo hacía él.
Pero todo lo que yo pueda deciros sobra y está de más; y, además, constituye un grave riesgo que precisamente hoy quisiera evitar más que nunca. Me refiero al riesgo de que el exceso palabrario genere hartazgo o desinterés, y eso os impida conocer, al menos, esta pequeña muestra de su pensamiento y obra que quiero regalaros a continuación –pues no tengo ninguna duda de que os merecéis conocerla-. Apretad bien el culo al asiento y respirad hondo, que vienen curvas:
La Guayabera (2016). El atentado yihadista en la redacción de Charlie Hebdo fue una clara muestra de la gran hipocresía de los políticos, los medios de comunicación y, por ende, también de los ciudadanos que picaron el anzuelo –por enésima vez, y sin darse cuenta de ello-. La letra de este pasodoble es una crítica implacable a esa “lagrimita de quita y pon», a esa «solidaridad de eslogan facilón en las redes sociales», mientras asuntos cuanto menos tan graves como aquel pasan a diario desapercibidos para la mirada tuerta de la opinión pública (aclaración previa: el «pendón morado» es como se conoce vulgarmente a la bandera de Cádiz).
Yo no soy libre, ni soy esclavo,
ni millonario, no soy París.
Yo no soy moro, ni soy cristiano:
yo soy el barrio donde nací.
Y el barrio donde yo nací
está en una ciudad que para mí es el mundo,
pero que anda presa dentro de otro mundo
y dentro de un país con nombre y con escudo
y con una bandera que no me representa,
que para mí no es na’, ni en los tiempos de paz
ni en los tiempos de guerra.
Que no hay bandera que yo haya jurado
más que ese mío pendón morado.
Y en nombre de mi pendón y mi tierra,
y aunque mi llanto no llegue a París,
que se enteren las fatigas que estamos pasando.
Que sin matar ni meternos en guerra,
desde Bruselas y desde Berlín,
a los pobres nos están siempre bombardeando.
Deja que yo con las flores y la velita encendida
llené mis alrededores, que pa’ tragedia la mía.
Y si es que en mi corazón queda un poco de amor y solidaridad
más allá de mi ruina, si hay que ponerse a llorar,
lloraré por Palestina;
por los niños que asesinan y que nunca son vengados;
por cada campo de refugiados y cada ahogado que escupe el mar.
Hay quien llora solamente el dolor televisado…
pero el causado eternamente por el presidente que él mismo votó;
entonces el dolor no es el mismo dolor
y el poso de sus lágrimas ya se ha secado.
Las Noches de Bohemia (2010). Creo que, en este caso, la letra ya se explica por sí sola.
De tanto preguntar por Dios a todos los que en el creían
terminé por encontrarlo, y ahora ya sé quien es Dios… ¡ay, ay, ay!
Dios es sólo una inmensa palabra vacía
que la gente ha llenado con lo que quería.
Cuando lo necesitan lo ponen, lo adoran, lo quitan…
y ya se acabó.
La vida no nos la da él, la vida solamente la da una madre
que es el fruto más limpio y más adorable
del encuentro de un hombre y una mujer
ardiendo en el deseo.
No digan para asustarme que Dios me está oyendo y me va a castigar,
que lo he llamado mil veces y nunca me ha oído.
Dios no anda sobre las aguas, ni Dios multiplica los peces y el pan,
si no que se lo pregunten a cada mendigo.
Dios no está con los necesitados, porque lo han buscado
y nunca ha aparecido;
ni tampoco nunca dio señales
por los criminales que están sin castigo;
Dios jamás nos envió a su hijo,
porque con un hijo un padre no hace eso;
ni lucha con el diablo,
ni los milagros son verdaderos.
Y si estas de rodillas rezando, levántate y anda,
que aquí sólo manda el maldito dinero.
Araka la Kana (2007). El tipo (la caracterización) de aquella agrupación estaba inspirado en la murga homónima uruguaya “Araca la Cana”. En consecuencia, aquel día los comparsistas se calzaron más que nunca la piel del sudamericano emigrante, interpretando un pasodoble desgarrador que machacaba por completo el discurso antiinmigración que, por aquellos tiempos, comenzaba a repuntar tristemente en España. La gran ironía de la historia es que, a los pocos años de aquel pasodoble, la crisis obligó a los españoles a emigrar de nuevo en masa.
Con todo mi cariño va ya el pasodoble
a la poca vergüenza de algunos de ustedes.
Me parece mentira que los españoles
presuman de sus colonizadores
y de sus víctimas nunca se acuerden.
Con todo mi cariño y toda mi tristeza,
a esa poca vergüenza quiero recordar
que cuando a América del Sur
llegó Colón con una cruz
y con la espada en que se convirtió,
nos dejó su gran católico legado:
cuatro siglos explotados.
Nos trataron como esclavos mientras nos cambiaban la lengua,
nos violaban, nos asesinaban, y cuando volvían
se traían el oro y la plata, ¿o ya no se acuerdan?
Y me parece mentira
que después de tanta y tanta explotación,
cuando llega un sudaca mendigando plata
diga un español:
«Peste de los inmigrantes,
sudaca tunante, gentuza asquerosa.
Indio largate de aquí, que este no es tu país
y ya España rebosa.»
Todos los que hablan así,
luego piden pa’ sus hijos una educación religiosa.
No se te olvide nunca españolito, racista maldito,
que si a tu país llegan de Sudamérica
cientos de miles pobres inmigrantes
fue solamente pa’ buscar el medio de sobrevivir.
Y tus abuelos, ¡ay!, lo hicieron antes.
La Serenissima (2012). Aquel año se recuerda como el más duro de la crisis –o estafa– económica, agravada en España por la reforma laboral y los recortes constantes del Partido Popular. En cuanto a la comparsa, inspirada en Venecia y con sus componentes caracterizados de gondoleros, se trató de la primera agrupación de la historia del Carnaval de Cádiz que se atrevió a cantar en otro idioma –en este caso, el «italiano» (en realidad fue una mezcla entre italiano y español)-. Aunque la crítica de esta letra creo que se entiende sin la necesidad de subtitulado.
Il puto amo della patria,
cosciente di nostra disgrazia
sta mangiandose la testa,
buscando formula perfetta
di una maniera soledaria,
e de per justa e necesaria,
girare molto a sua destra.
E ricorta e ricorta del mesmo lugare,
e nos pide di fare un grandissimo sforzo,
harto di vino rosso e di rico mangiare.
E per medida de urgenza
ricorta di scienza e di educazione,
ricorta de sanità, e ya me empieza a ricortar los cannellone…
Si tu quieres ricortare, yo te digo lo que sobra,
un esercito que cobra per inutile misione,
ricorta di religione che predica la pobreza,
e sicuoro que la Iglesia nunca ti abandonará.
Quien necesite de Dios porque sea devoto,
po’ que le rece a dos velas, igual que estamos nosotros.
Per finalizare mia proposta,
te suggiero, per favore, el despido barato
e la riforma lavorale de tantos jueces inmorales,
di fiscale e magistrato,
ricorta tutta la patraña de la politica ladrona,
e a la bandiera de Spagna ricortale la corona.
E no ricorte del pueblo, que como el pueblo se alce unido,
puede que salga a la calle y agrande el valle de los caídos.
Los Mafiosos (2018), pasodoble a Andalucía.
De ver tanta y tanta bandera,
de ver, y no verde ni blanca;
de ver tanta gente unida por su tierra,
tan sagrada la familia de la rambla.
De no ver el verde esperanza,
ni sangre andaluza que hierva,
me pregunto si algún día,
de la baja Andalucía, se levantará una raza
con coraje y rebeldía
para convertirla en patria.
Me pregunto si pa’ que te echen cuenta,
y no seguir siendo el culo de España,
basta solo con hablar otra lengua,
o hay que usar pasamontañas.
España nos tiene olvidá, y más si gobierna el azul,
y más si el que lleva el capullo desprecia el orgullo de ser Andaluz.
Me pregunto si algún día daremos el paso al frente
y enseñaremos los dientes con sangre y con valentía,
y si puedo todavía soñar de alguna manera
que de una vez puñetera se levante Andalucía.
Que no puedo soportar, que no puedo soportar
que mientras mi pueblo canta,
en toda la humanidad, en toda la humanidad
los pueblos pobres se levantan.
No se trata de clavar una bandera,
ni de España, ni dentro ni fuera,
ni andaluza, ni señera.
No se trata de ser una patria sin más,
sino que en la carrera por la dignidad
Andalucía se ponga primera.
Los Mafiosos (2018), pasodoble a la corona.
Si a usted la corona que lleva
le llena de brillo y de gloria,
y el orgullo de saber de quién la hereda
ni siquiera le refresca la memoria,
está traicionando a la historia
y a un pueblo que no le venera;
y además también traiciona
a un abuelo sin corona
que desterrara en su día
el demonio hecho persona
al que su padre seguía.
Yo no sé por qué no se para nunca
y se sale de su vieja zarzuela,
y en el bar de nuestra gente pregunta
si hay alguno que le quiera.
Yo sí que le puedo jurar
que si entre la gente estoy yo,
sin miedo, porque no lo tengo,
con todo el respeto, le digo que no.
Si como jefe de estado usted se pone valiente
defendiendo al presidente que menos gente ha votado,
corrupto y defenestrado, con un gobierno indecente,
es porque seguramente usted está de su lado.
No hace falta defender, no hace falta defender
el color republicano,
es simplemente que usted, es simplemente que usted
es cómplice de un tirano.
Ponga su corona a voluntad del pueblo,
póngala para que la votemos,
si es que no le faltan huevos.
Y si dicen que sí, le reconoceré,
pero si dicen no, por favor, márchese,
y que la historia comience de nuevo.
Y hasta aquí mi humilde homenaje a un gaditano inmenso, lamentando profundamente no haber estado a su altura; pero asumiendo, no obstante, que eso es humanamente imposible.
Se baja el telón y muere solamente un hombre; no obstante, acaba de nacer un mito y su leyenda: la del Capitán Veneno, la de Don Juan Carlos Aragón, cuyo veneno ya es eterno, siendo su legado inmortal.
Me confesaré a tu muerte, mi querido comparsista, que yo seré Juancarlista hasta que me lleve muerte. Y si después de esto he conseguido envenenar a alguien para que forme parte de tu querida “chusma selecta”, sentiré que al fin he pagado una pequeña parte de la inmensa deuda que te deberé por siempre.
Lo firma un gaditano envenenado de ti hasta la médula.
Hasta siempre, mi Capitán.
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