El fin… ¡Ja! ¡Cuántos finales he atravesado ya y sigo todavía aquí! Supongo que esta oscuridad es la verdadera nada… este flotar eterno en el éter… con este váter de recuerdos. No hay nada y sin embargo, pienso. ¡Luego existo! ¿No es paradójico eso? Antes, al menos, era divertido agarrar las sábanas de los armarios de los todavía vivos, echármelas en lo alto y hacerles cosquillas en las plantas de los pies. Vaya sustos que se llevaban… ¡Así mataba yo mi tiempo muerto! Pero ahora… ¿ahora qué? Desde que el sol se consumió en un agujero negro yo no puedo hacer nada más que recordar… y me muero del aburrimiento. La defunción del sol arrasó con todo; pero claro, al estar yo ya muerto, a mí eso no me mató. He visto perecer al último humano de la tierra, incluso a la última cucaracha. He visto consumirse en el fuego al último arbusto y secarse la última gota de agua del mundo. He vagado durante milenios por una tierra árida que ya no existe, en la más absoluta soledad. Y ahora tan solo floto, floto sin rumbo y sin ojos y solo pienso en qué estúpidos fueron esos humanos que, por pura vanidad, se imaginaron que después de la vida podría llegar a existir algo como yo.
[Texto fantasma]
Todo ha desaparecido menos yo. ¿Puede ser eso posible? Quizás se equivocaron nuestros científicos y el sol nunca llega a consumirse. Quizás sea la muerte lo único que existe, y yo, al imaginarme todo esto, solo estoy siendo el sueño de un muerto. ∅
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