La derrota genera cansancio,
el cansancio, cobardía,
la cobardía te hace mirar al pasado
y el pasado, disfrazado,
te mira
a los ojos
y no lo quieres
ni ver,
porque en el fondo,
en cuanto obtienes una victoria,
todo adquiere su sentido…
Entonces, el pasado se convierte en un estorbo,
el presente se transforma en un Dios,
y tú
en un acérrimo súbdito de la religión
de tu deseo
cumplido
al fin
como un milagro imposible,
como una mentira piadosa
que pronto, muy pronto,
te regresará al bucle.