Yo solo veo azul. Y sé que no es eso lo que tú ves. Sé que ves a ángeles y arcángeles, y un futuro cuando ya no hay tiempo ni viento que despeine tus cabellos.
Yo sigo viendo todo azul donde tú ves a todos tus antepasados danzando sobre las nubes y una gran puerta de oro custodiada por San Pedro, porque incluso en las alturas crees que existe la propiedad.
Si Dios existe debe ser azul e inmenso, pero tú insistes en verlo masculino y barbudo, vestido y sereno pero sabio como Sócrates.
No seré yo quien te repita que ahí arriba solamente existe el color azul, porque ni siquiera es cierto cuando el sol se marcha y solo queda la negrura, una inmensa mancha oscura que atestigua la nada.
Respeto tu mirada y no pretendo prestarte la mía, pero, por favor, al menos dime qué piensas: ¿también crees en el paraíso cuando llega la noche?