No desperdicies tu tiempo más de lo que el mundo ya te obliga. ¿Hay algo más despreciable que todos esos «tengo que…»? Leer Más

Bis a Bis.
Un cristal separaba una mano de la otra; un teléfono las unía de alguna fría manera, conectándolos, al fin, robotizando sus voces
-qué tal estás
-bien…
Los labios se sonreían, trataban de sonreírse; los ojos, de contenerse. Si el deseo fuera allí libre, ellos estarían entremezclándose como dos serpientes amantes, devorándose el uno al otro como en la primera vez, aliados en su misma fuerza, aupados en la misma altura, ansiosa y apasionada altura… se estarían comiendo como quien come después de mil años de puntiaguda hambruna. Leer Más