La economía miente

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Datos de UNICEF de 2011 (primer artículo) y 2014 (segundo artículo)

«El concepto de los derechos humanos parte de un sesgo heredado de los tiempos de la guerra fría. Según éste, por derechos humanos se entienden básicamente los asuntos relacionados con las libertades públicas a las que se daba prioridad en los países occidentales: libertad de expresión, de reunión, de manifestación etc. Sin embargo, la ausencia de derecho a la vivienda, a la alimentación, a la educación o sanidad, que eran prioridades del modelo de economía socialista, no son objeto de denuncia desde la interpretación occidental. Así, si los dirigentes de un país no permiten la publicación de un artículo de una determinada idea política se considera delito, pero si existen millones de analfabetos que no pueden leerlo no hay delito.

Por supuesto, el sesgo anteriormente descrito también afecta a la economía. Pocas personas sabrán que para el cálculo de esa cifra mágica que tanto reverencian economistas y gobiernos que es el Producto Interior Bruto (PIB) se considera positivo, por ejemplo, un incendio forestal, porque permitirá recoger alguna madera y se gastarán recursos en los trabajos de extinción y luego reforestación. O una epidemia sanitaria, porque aumentará la producción de medicamentos y gastos sanitarios. Estos dos casos ayudarán a aumentar el PIB de un país. En cambio, destinar recursos humanos a un programa de alfabetización o de educación sanitaria apenas mejorará la dichosa cifra macroeconómica.» Leer Más



El pobre pide limosna y el gitano grita en la cárcel

Un gitano ha sido detenido, y el pueblo entero lo mira con reproche y odio. “La cárcel es el único lugar para ti”, o “Estos gitanos ya no respetan nada”, se oía decir a las multitudes sin rostro. Un pobre hombre pide limosna en la puerta de la iglesia. Entra el terrateniente, perfumado y bien vestido. “Aquí no”, piensa él, «Ese hombre huele mal», y su color negruzco le horroriza. Quizás suelte alguna monedita en el cepillo de la iglesia, eso sí; y si hay suficientes al final del día, y el mendigo continúa para entonces allí tirado, probablemente se lleve algo con lo que poder cerrar el puño. Así, el párroco y el rico se ganan su derecho al cielo y el pobre mantiene su fe…

en lugar de ir a robar a casa del terrateniente. Leer Más