Ante la reivindicación feminista de la necesidad de articular un nuevo lenguaje, la reacción viril siempre es contundente. No obstante, no creo que haya una maldad consciente en dicha reacción, que no es más que el fruto del omnipresente semen que esparce la ideología oculta (por ser la ideología reinante) que lleva al macho-alfa a defender su invisible privilegio (por estar siendo éste percibido como «lo natural»). Se entiende entonces que cualquier llamamiento a la reflexión crítica sobre este asunto sea asumido por más de uno –o por más de mil- como un ataque directo hacia sus magníficas gónadas; y más cuando dicho llamamiento suele incluir la agresividad, que se manifiesta en forma de insultos tales como machirulo, señoro, pollavieja, etc.
Vale. Dos cositas:
Uno> tratar de imponerse al que se impone a ti, ¿no es compartir sus mismos fines abominables?
Y dos> aunque no les falte razón a dichos insultos algunas veces, ¿qué es lo que se quiere conseguir aquí? ¿Se pretende solo el desahogo… O se requiere convencer? Leer Más