Vergüenza

Siento vergüenza. Y me he dado cuenta de lo que eso significa precisamente ahora. Uno no siente vergüenza cuando alguien hace algo vergonzoso; si acaso, siente vergüenza ajena, que no es exactamente lo mismo. Uno siente vergüenza cuando es o se siente parte del hecho, acto, acontecimiento o circunstancia que la genera. Y yo siento vergüenza por el circo que se está montando por la parodia que se ha hecho sobre una «virgen», que me da igual que sea del Rocío, de la semana santa o der coño mirmana.

Antes que nada, he de decir que vi la maldita parodia. Y no me gustó. Pero no porque me sintiera ofendido, sino simplemente porque me pareció una puta mierda. Los estímulos que necesita mi cerebro para reírse no se dieron. Ya está. Me pasa mucho. Es normal. Pero de ahí a que se esté hablando de «andaluzofobia»… Señores, ¿en serio?

Ante todo, me gustaría saber cuántos de los presuntos andaluces presuntamente ofendidos han visto la parodia al completo (como yo sí hice) y cuántos se han ofendido solo por la procedencia de la ofensa y/o por sus sentimientos religiosos. Porque si estamos en este segundo caso, no hay nada más que hablar: eres un/una soplapollas. O, si lo prefieres, un instrumento, una marioneta movida por unos hilos interesados. Porque aquí, tanto los fachas de mierda como la izquierda identitaria han echado lágrimas (¿de cocodrilo? Esa cuestión no me interesa tratarla ahora mismo…).

En Andalucia hemos hecho parodias de todo y de todos. En todas partes. Desde siempre. Sin límite. Como debe ser. Y ahora, siento vergüenza porque esta comunidad, que es la mía, no sea capaz de aceptar bromas que, además, no tienen otro pecado que el de ser tremendamente malas.

Sí que me resulta ofensivo que coloquen al andaluz, y sobre todo a la andaluza, en un papel subalterno (léase como sirvienta en la casa del españolito rico). Pero ¿POR QUÉ COJONES ESTO NO GENERA TANTA INDIGNACIÓN ENTRE MI GENTE? Es algo que ha ocurrido y sigue ocurriendo bajo la mirada pasiva del andaluz, que se asume inferior a aquellos que pronuncian más eses y diferencian las ces de las zetas y las jotas de las haches aspiradas. Sin embargo, parece que no somos capaces de aceptar que alguien desde Cataluña se vista de virgen e imite, muy malamente, nuestro acento y diga dos o tres obscenidades sin ningún tipo de importancia.

Siento vergüenza porque, lo quiera o no, me siento parte de este pueblo que ha puesto el grito en el cielo por no respetar el humor, que es, y debe ser, nuestra seña de identidad. Siento vergüenza porque nos hayamos hundido en esta ciénaga de «ofendiditos» que no nos define en absoluto. Y digo más, siento vergüenza porque estamos, sin darnos cuenta, cercenándonos a nosotros mismos. Porque a ver qué parodia de cosas tan andaluzas como «El pelotazo» o el Carnaval de Cádiz resiste una mirada paralela desde fuera.

Con esta puta mierda, nos estamos disparando en la sien. Estamos cavando nuestra puta tumba y dejando de ser lo que somos sin que nadie se dé cuenta de lo que pasa. Estamos disolviéndonos en medio de un estercolero que no hemos creado, que no es nuestro y que no nos corresponde. Y, como soy andaluz, yo no puedo hacer otra cosa que morirme de la vergüenza.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s