Nacer atrasado a tu tiempo

En la próspera ciudad italiana de Génova, un chiquillo observaba el cielo nocturno desde el pequeño balcón de su casa. Desde bien niño, había soñado con las estrellas y las vastas extensiones del espacio. La idea de lo desconocido siempre había resonado en su alma, llamándolo hacia un destino más allá de los límites.

Creció enamorado de las novelas, películas y series de ciencia ficción ambientadas en aventuras más allá de nuestro mundo, alimentando así su pasión por la astronomía y los viajes espaciales más alucinantes. Pero a medida que los años avanzaban, sus sueños de convertirse en astronauta parecían desvanecerse poco a poco. La era de las grandes exploraciones parecía haber llegado a su fin; el mundo, una vez vasto e inexplorado, ahora se sentía achicado y cartografiado. Además, la falta de recursos económicos se alzaba como una barrera infranqueable que lo separaba de un futuro académico solo asequible para los privilegiados. Estuvo mucho tiempo tonteando con la depresión.

A sus dieciocho años, resignado ante las irrebatibles circunstancias de la vida, había optado por una carrera más convencional de ciencias tecnológicas. Ya había comenzado su andadura en el mundo laboral, pero su falta de pasión y de ambición lo delataban. Había encadenado algunos trabajos como becario, pero en ellos se sentía atrapado, aburrido y tremendamente triste. Justo acababa de ser despedido de su último empleo debido a su escasa implicación y su nula productividad. La depresión había vuelto a rondarle, observándolo a través de todas las ventanas, aguardando su inevitable oportunidad para abordarlo y poseerlo en forma de infelicidad…  

En la oficina de empleo, un funcionario público le estaba solicitando sus datos.

-Nombre

-Cristóbal Colón Fontanarossa, con doble ese -contesta el joven con evidente tedio.

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