> Vox es un actor agitador, y es ese precisamente su peligro: el hecho de que tratará de dominar constantemente el debate público a base de barbaridades propias de otros tiempos.
> Resulta evidente que, al final, toda esta rabieta del pin parental quedará en nada; pero su significado global, no obstante, es monstruoso, escalofriante, terrorífico: pues nos mantiene en la más absoluta parálisis.
Por si alguien vive en Marte y (aún) no se ha enterado de que la Santa Madre Agenda nos impone ahora lo del pin parental como pienso para alimentarnos a nosotras, sus indignadas ovejas, esto es básicamente lo que ha pasado en estos días:
Sin embargo, no conviene olvidar que la pretensión que subyace tras este veto no es ni siquiera un invento genuino de Vox: pues ha estado siempre presente en toda alma humana reaccionaria, fuera esta de la naturaleza, cultura o condición que fuese.
>En otros tiempos y lugares
>La censura parental en la TV
No obstante, al César lo que es del César -> Vox es un magnífico actor AGITADOR, y es ese precisamente su mayor peligro: el hecho de que tratarán de dominar constantemente el debate público a base de barbaridades propias de otros siglos; debates pasados que, debido a su gran simplicidad y a su carácter pintoresco, pueden llegar a apoderarse con relativa facilidad del hoy.
Mucho cuidado con esta gente, que ya no son un puñado de frikis nostálgicos. Estos saben perfectamente lo que hacen, y tienen el suficiente poder para hacerlo. Y si no aprendemos a neutralizarlos pronto, nos montarán a todos en un inmenso Delorean…
Próxima parada: la Edad de Piedra.
Y aunque toda esta rabieta del pin parental (más que nada porque es algo totalmente INCONSTITUCIONAL) se quedará en nada finalmente –y por lo tanto puedes estar tentado a pensar que estoy exagerando-, ¿por qué no profundizamos y vamos un poco más allá? Si por algo el significado global de este pin parental es tan monstruoso, no es ya por el pin en sí, sino porque su mero planteamiento está frenando el necesario debate sobre qué tipo de escuela queremos y necesitamos, imposibilitando la profunda revolución que esta institución necesita y, por si todo esto fuera poco, haciendo que nos quedemos con la falsa impresión de que mantenernos como estamos es una gran victoria. Es decir: nos han paralizado con su rabieta.
Así pues, cuando el Tribunal Constitucional tumbe el pin parental –que lo hará- se nos quedará un buen sabor de boca a todos los que creemos en la igualdad sin prejuicios. Pero el ambiente se caldeará todavía más de la mano de Vox; y su electorado se enfurecerá más aún cuando esto ocurra (y cuando ocurra la siguiente, y la siguiente, y la siguiente, y la siguiente…). ¿Y qué pasará cuando el viento junte a todas esas pequeñas hogueras y las oriente hacia el camino del bosque? ¿Te imaginas vivir en un país repleto de Tertsches?
La distopía fascistoide vive ahora en la rabieta; pero amenaza con hacerse cuerpo… si la dejamos existir.
De momento las rabietas nos mantienen enfrascados en lo absurdo, debatiendo con el pasado, perdiendo el tiempo… Que no es poco.
Y todas esas son batallas
que ya nos están ganando.