La ‘renta básica universal’ no es una creación de la izquierda moderna

Los aspectos psicológicos del sueldo garantizado, Erich Fromm (1966)

«En la historia humana hasta el momento actual el hombre ha visto limitada su libertad de actuar por obra de dos factores: el uso de la fuerza por los gobernantes (esencialmente su capacidad de matar a quienes se oponían), y lo que es más importante, la amenaza del hambre contra quienes no estaban dispuestos a aceptar las condiciones de trabajo y de existencia social que se les imponían.

Quien no estaba dispuesto a aceptar estas condiciones, aunque no se utilizara contra él otro tipo de fuerza, enfrentaba la amenaza del hambre. El principio que ha prevalecido durante casi toda la historia humana antigua y actual (en el capitalismo tanto como en la Unión Soviética) es el siguiente:

«El que no trabaja no come“.

Esta amenaza obligó al hombre no sólo a actuar de acuerdo con lo que se le exigía, sino también a pensar y a sentir de manera que no experimentase la tentación de proceder de distinto modo.

El hecho de que la historia pasada se funda en el principio de la amenaza del hambre, en último análisis tiene su origen en que, con excepción de ciertas sociedades primitivas, el hombre vivió en el nivel de la escasez, tanto económica como psicológicamente. Nunca se disponía de bienes materiales suficientes para satisfacer las necesidades de todos; generalmente un pequeño grupo de ”dirigentes“ tomaba para sí todo lo que excitaba sus deseos, y a los grupos numerosos que no podían sentarse a la mesa se les explicaba que una ley de Dios o de la Naturaleza determinaba ese estado de cosas. Pero cabe señalar que el principal factor de este proceso no es la codicia de los “dirigentes“, sino el bajo nivel de la productividad material.

El sueldo garantizado, que es posible en una época de abundancia económica, por primera vez podría liberar al individuo de la amenaza del hambre, y de este modo lo haría auténticamente libre e independiente de las amenazas de carácter económico. Nadie tendría que aceptar condiciones de trabajo movido simplemente por el temor del hambre; el hombre o la mujer talentosos o ambiciosos podrían asimilar nuevos conocimientos con el fin de prepararse para un tipo distinto de ocupación. La mujer podría abandonar al esposo, el adolescente a su familia. La gente aprendería a no temer, puesto que ya no necesitaría tener miedo al hambre. (Por supuesto, esta afirmación es válida si además no hay amenazas políticas que inhiban la libertad de pensamiento, de palabra y de acción del hombre.)

El sueldo asegurado no sólo daría a la libertad el carácter de una realidad antes que de un lema, sino que también afirmaría un principio profundamente arraigado en la tradición religiosa y humanista de Occidente: ¡El derecho de vivir del hombre es absoluto! Este derecho de vivir, de tener alimentos, abrigo, atención médica, educación, etcétera, es un derecho humano intrínseco que no puede ser limitado por ninguna condición, y ni siquiera por la idea de que el individuo debe ser socialmente “útil“.

El paso de una psicología de escasez a otra de abundancia es uno de los más importantes del desarrollo humano. La psicología de escasez provoca ansiedad, envidia, egotismo. La psicología de abundancia produce iniciativa, fe en la vida, solidaridad. El hecho es que la mayoría de los hombres todavía responden psicológicamente a las situaciones económicas de escasez, a pesar de que el mundo industrial está ingresando en una nueva era de abundancia económica. Pero debido a este “retraso“ psicológico muchas personas ni siquiera pueden comprender las nuevas ideas —reflejadas ahora en el concepto de ingreso garantizado—, porque los conceptos tradicionales generalmente están determinados por sentimientos que se originaron en formas anteriores de existencia social.

Otro efecto del sueldo asegurado, además de la posibilidad de disminuir considerablemente las horas de trabajo de todos, sería el hecho de que los problemas espirituales y religiosos de la existencia humana adquirirían un carácter real e imperativo. Hasta ahora el hombre se ha ocupado del trabajo (o estuvo excesivamente fatigado después de trabajar) de modo que no pudo interesarse seriamente en problemas como éstos:

“¿Cuál es el sentido de la vida?“

“¿En qué creo?“

“¿Cuáles son mis valores?“

“¿Quién soy?“

Etcétera.

Si deja de consagrarse esencialmente al trabajo, podrá encarar seriamente estos problemas, o correrá grave riesgo de enloquecer como consecuencia del hastío directo o indirecto.

De todo esto se deduciría que la abundancia económica, la posibilidad de librarse del temor del hambre, señalaría la transición de una sociedad prehumana a otra auténticamente humana.»

Un comentario en “La ‘renta básica universal’ no es una creación de la izquierda moderna

Deja un comentario